Nacida en 1950 vivió en Horcajo de la Sierra hasta los 19 años. Esta es una selección de recuerdos sobre el pueblo en aquellos años.
La venta Pío
Mis padres llevaban la Venta Pío desde antes del inicio de la Guerra Civil. De hecho mi hermano el mayor nació justo al estallar la Guerra. De hecho el médico que atendió el parto con fórceps salió huyendo hacia Somosierra buscando a los alzados. Mi padre tuvo que ir al frente y mi madre siguió atendiendo la Venta con la ayuda de mi abuelo.
El tipo de gente que llegaba a la gente llegaba en carro. No había casi coches. Podían comer y si querían dormir, la planta de arriba era un pajar donde se tumbaban a dormir. Una vez, mi padre había bajado a comprar cosas a Madrid, vinieron unos amigos suyos a dormir y les había explicado que como llegarían tarde, y mi madre estaría dormida y cansada por haber dado a luz no hacía mucho, que se metiesen a dormir directamente. Así hicieron, pero tenían un perro lobo que no dejaba de aullar y ella se asustó y salió con la escopeta. Ellos gritaban explicando lo sucedido. La dieron un susto de muerte.
Los billetes de autobús, en la empresa Continental, se sacaban desde Madrid a la Venta Pío. La Venta Pío era famosa.
Todavía conservo una taza de café que tiene 100 años que eran de allí, de la Venta Pío.
Bar en la plaza
Mi familia tenía el bar en la plaza. La que estaba pegada a la fuente, la que da con el Nani. Yo con 10 años o 12 servía bebidas y comidas. Fue la primera casa que tuvo agua corriente, como estaba al lado de la fuente hicimos una toma. Eso fue alrededor de 1960. No había baño, cada uno buscaba su zona, si tenía su propio pajar, un terreno… Nosotros usábamos el pajar que teníamos enfrente y los clientes también. Una vez lo usó incluso la bailarina Guillermina Teodosia Martínez Cabrejas, conocida como «Mariemma» . Los primeros en tener el wáter fueron el cura, el maestro y el médico.
A lavar la ropa bajábamos a la fuente de la curva y en verano cuando se secaba, al río.
Yo hacía el pan en casa con mi madre. Es el horno que queda visible en el pueblo.
A la puerta de la casa se ponía el leñero. Se partía la leña al momento de ir a usarla.
La primera discoteca del pueblo estuvo en nuestra casa. Mi hermano mayor, Goyo compró un tocadiscos y muchos discos. No había en estos pueblos nada similar. Ponían música en casa y cobraban 5 pesetas a los mozos y las chicas gratis. Como los mozos se iban a beber a los bares, decidieron poner una barra y hacer bar también.
Compró mi hermano una furgoneta Mercedes de carga. Llevaba a las fiestas de otros pueblos a todos los mozos y mozas. Los montaba atrás de pie todos los que cabían y así se iban por las curvas. Los mozos se volvían locos porque rozaban a las chicas. Cuando eran fiestas menores en los pueblos de alrededor y no querían gastar en orquesta, Goyo llevaba el tocadiscos y así se hacía baile. A mí me llevaba a poner discos y vigilar que nadie pusiese los discos porque la aguja en caso de romperse era muy cara.
Cuando hicieron la carretera desde la Nacional 1 o carretera de Burgos, hasta Madarcos, la alquitranaron, dábamos las comidas a los obreros. Estos venían a trabajar de lunes a viernes desde un pueblo de Alcalá de Henares. Durante esos días, alquilaban casas y habitaciones para dormir en Horcajo, las comidas se las dábamos nosotros en el bar.
En mi casa había un horno que todavía se conserva.
En mi casa estuvo el primer teléfono de todo el pueblo, tenía el número 1. La centralita de teléfono estaba en la casa enfrente de la casa del cura. Era el Sr. Juan y la Sra. Trini. Cuando ellos se fueron a Madrid le pasaron esta centralita a la Sra. Teo. Como mi padre tenía muchas llamadas de teléfono por dedicarse a negocio de ganado, decidió poner el teléfono en casa. Eso fue alrededor de 1960. El que llamaba, le decía a la operadora: “póngame con el número 1”. Como la señora que tenía la centralita en casa ya era mayor, mucha gente llamaba a nuestra casa. Esto era porque había que ir a buscar muchas veces al que llamaban para que viniese a ponerse. Había que ir corriendo por el pueblo a avisar, porque mientras tanto la llamada valía dinero. Así, venía mucha gente también a casa a sentarse a esperar a que la llamasen a la hora convenida.
La fragua en la plaza. Era la casa del herrero. Bajaba la reguera por la puerta de Germán. Y cruzaba la carretera bajo un puente.
El arreglo de los caminos en el pueblo
El día de San Juan, 23 de Junio, se hacían los dos caminos principales por parte de todos los hombres del pueblo, era una tarea comunal. Eran el camino de la Peña Parda y el camino de la canal. Eran los dos principales caminos que conducían a la mayoría de terrenos del pueblo y a la dehesa. Se arreglaban tras los destrozos del invierno, para asegurar el paso con producción de las fincas, para subir la “basura” de los animales como abono a las fincas, la leña cortada… El resto de caminos los arreglaban por su cuenta los que tenían fincas.
“La costumbre”
Estaba estipulado que cuando algún chico de fuera del pueblo se quería casar con una moza del pueblo tenía que pagar a los mozos 500 pesetas y en caso de no hacerlo los mozos le tiraban al pilón. Hubo uno que de forma excepcional se animó y dio 1000 pesetas. El siguiente en tener que pagar “la costumbre” fue mi marido, y entonces alguno le reclamaba que él tenía que pagar también 1000 pesetas. Mi hermano se metió de por medio asegurando que no, que la costumbre eran 500 pesetas. Ese dinero se lo gastaban los mozos en fiesta. Esto fue en el año 1972. Al final, entre tantas discusiones al final pasó el tiempo y no lo pagó. Algún otro, en lugar de pagar las 500 pesetas se reunía con todos los mozos en la taberna y pagaba las rondas de vino de toda la tarde.
La primera televisión que llegó a Horcajo de la Sierra
La primera la tuvo Don José, el cura. Esto fue alrededor de 1958. Cuando íbamos al rosario nos llevaba a su casa a ver la serie de “Las Aventuras de Rintintin”
«La iguala»
Cada año se nombraban dos personas del pueblo encargados de ir a pesar a los cerdos que iban a matar las familias. Las familias invitaban a estos dos encargados de pesar al cerdo a pastas y aguardiente el día que les visitaban para el pesaje. Se apuntaban los pesos en un libro. Si tras matarlo se detectaba triquinosis y no se podía comer, entre todos los vecinos se le pagaba un nuevo cerdo dependiendo de los kilos que había pesado el cerdo.
Esto duró hasta alrededor de 1960
El farolillo
Este farolillo lo tengo desde que era pequeña. Era un modelo muy normal en mi época. Cuando se iba rompiendo se lo llevábamos a un hombre que pasaba por el pueblo haciendo reparaciones. Él iba haciéndole los arreglos a base de pequeñas soldaduras. Lo usábamos para todo. Recuerdo ir con él a regar cuando nos tocaba el turno de noche. Yo tenía que iluminar para que viesen por donde iba el agua en el riego.
Los lavaderos:
«En Horcajo de la Sierra nunca se llegó a construir un lavadero como en otros pueblos. Aprovechabamos lugares donde o bien al manar agua o bien por pasar la reguera podíamos acumularla y lavar ropa, productos de los animales, etc. Cada una acudía al punto más cercano. Yo recuerdo estos lugares:
- La huerta de la Virgen. En la curva saliendo del pueblo dirección a Aoslos.
- En la salida del camino a Peña Parda. Aquí había dos huecos, uno de ellos donde está ahora el área infantil y otro muy cerca.
- La Chorrera. Justo al lado del antiguo depósito de agua. Se recogía el agua que sobraba del depósito.
- La de enfrente de la Casa del Médico. Esta no tenía nombre. Aprovechaba el agua que pasaba de la reguera.
- La fuente del uso. En la parte baja del pueblo.
- La Charca. Aprovechaba el agua que manaba en el desvío de la carretera a Horcajuelo y a Madarcos»
La escuela
“Yo asistí a la escuela entre 1956 a 1966. Mi certificado de estudios primarios lo firmó el Juez de Paz, como era normal en aquella época. La edad normal para asistir a la escuela era de 6 a 12 años. A mí me gustaba la escuela mucho y me dejaron estar dos años más. Estábamos separados en dos grupos diferentes, los niños y las niñas. Todas las edades estaban juntas. Las mañanas se dedicaban a estudio y por la tarde se hacía costura, labores y baile. Teníamos que alternar las tareas de la escuela con la ayuda de los trabajos de la casa. Al recreo todas íbamos a casa a por un poco de comida. En la escuela también nos daban leche en polvo y queso en porciones. Las dos cosas eran enviadas por los americanos. Yo tenía que ir en el recreo a casa, que estaba enfrente de la escuela. Allí ayudaba con las tareas, tirar los orinales del pis de la noche, hacer las camas, y más adelante ayudar a atender el bar. Éramos nueve hermanos, así que era muy importante ayudar en casa.”
“Los maestros duraban poco. Yo recuerdo de maestras a Maria Luisa, Milagros Buitrago Bolaños, Victoria Elías…. Solían cambiar cada uno o dos años porque era de sus primeras plazas de trabajo, y cuando conseguían otra se iban. Con los curas pasaba lo mismo, yo recuerdo a Don Jesus, Don Jose, Don Ildefonso, Don Melquiades, Don Julio, Don Jose Luis y Don Aurelio. Este último si que duró, estuvo con nosotros 40 años hasta su muerte en 2019. Por cierto, tengo aquí el recuerdo de mi Primera Comunión en 1958”.
Este fue mi Certificado de Estudios Primarios en 1965. Lo firmaba el Juez de Paz del pueblo.
Este era mi cuaderno en la escuela durante el año 1965. Está escrito totalmente a pluma, con la dificultad que ello conlleva.
En Junio 2021, gracias a Carmen Uceda conseguimos hablar con Milagro Buitrago Bolaños, quien trabajó de profesora un año en Horcajo de la Sierra. Ella cuenta: “Yo tomé posesión de esa plaza de maestra en Noviembre 1963, el mismo día de la muerte de Kennedy. Ya había hecho una sustitución de maestra en mi pueblo, Puerto Lápice. Recogí mis papeles de maestra y la orden de trabajo en la calle Arenal 2 y vine a trabajar un año a Horcajo de la Sierra. La casa la ponía el pueblo, también pagaba la luz y la leña. La leña me la cortaban los padres de las alumnas. Yo vivía en la casa de abajo junto al Ayuntamiento actual y el maestro en el de arriba, en aquel entonces era Juanito Sanz Heras. La casa tenía muchos ratones y a mí me daban mucho miedo, así que venían alumnas a dormir conmigo. Recuerdo mucho de Horcajo, me encantaba la cigüeña de la iglesia, la cantidad de robles que había y que bien quemaba esa leña…. Los vecinos me trataron muy bien”.
Aquí algunas fotos de un día de 1964 del grupo de alumnas de la escuela de Horcajo de la Sierra con la maestra Milagro Buitrago Bolaños.
Otras fotos de Carmen
Ayuntamiento Horcajo de la Sierra-Aoslos. Contenido bajo licencia Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional • Ayuntamiento Horcajo de la Sierra-Aoslos. Contenido bajo licencia Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.