A pesar de su aspecto, rústico y en línea con la arquitectura tradicional, su construcción es muy reciente. Se terminó de construir en 1936, y se dice que durante su inauguración entró una vecina corriendo diciendo que había estallado la Guerra Civil.
Destacamos la importancia de uno de sus elementos, la pila de agua bendita en la puerta. Aoslos se creó alrededor de la ermita de Horcajo de la Sierra. Esta ermita estaba dedicada a Santiago apóstol. En algun momento fue desacralizada. Se llevaron todas las imágenes y pasó a ser un edificio normal. Con el tiempo se hizo una casa. Su propietaria Lola, donó esta pila de agua bendita a la iglesia de Aoslos, ya que es lo único que conservó tras la obra.
La localización de la antigua ermita de Santiago era aquí.
Memoria histórica
Alicia Hernanz guarda muchos recuerdos de la casa al lado de la iglesia.
“Los terrenos para hacer la Iglesia los cedió al pueblo un señor de Montejo que se llamaba Ángel. Ahí vivieron de alquiler mis abuelos. Mi abuela era Avelina Hernán Cristóbal y mi abuelo Don Vicente Lobo Bermejo, el maestro. Mi abuela tenía una taberna-tienda de alimentación en Aoslos, en la calle Real, 76. Fue muy valiente. Su madre era viuda y, en la guerra los militares nacionales las hacían barrer las calles a las viudas para reírse pero mi abuela se plantó y dijo que su madre no barría más y así fue.”
Entre las fotos de los vecinos que acompañan este punto de interés están:
Memoria histórica
La iglesia:
Dobla la humilde campana,
llama a misa a media mañana.
Domingo de descanso,
Camisa blanca, vestido largo.
Rosarios, bautizos y comuniones
Misas, bodas y defunciones.
Y los monaguillos
siempre un ojo en el cura y otro en el vino.
(poesía de Jose Luis Hernán Gamo)
Memoria histórica
La pila de la ermita de Santiago:
En el patio de la iglesia, en un murete empotrada,
hay una pila de piedra, humilde, casi tapada.
Ornamento de la ermita que de Santiago llamaban,
parada de peregrinos que antaño cayó en desgracia.
La ermita pasó a ser casa y la pila, abandonada,
la dejaron los obreros en un lateral de la casa.
Pero la dueña, creyente, la donó sin pedir nada.
Cuando la veas recuerda que era bendita su agua.
(poesía de Jose Luis Hernán Gamo, dedicada a Eufemia Dolores Pinto Hernánz, Lola)